Algunos atributos que debe tener el educador de nuestros hijos con autismo.
1. El docente es constante en su presencia física dentro y fuera del aula, más allá del cumplimiento de horarios de trabajo, su interés corresponde a una presencia consciente, con disposición para ser y estar con los niños y niñas. Su horario no es fragmentado de manera funcional, y su permanencia determina un ejercicio de observación de las diferentes dinámicas de los niños, incluidos sus tiempos de merienda, esparcimiento y recreación.
Esta permanencia estimula la formación y consolidación de las rutinas y lógicas de trabajo. Es evidente que las ausencias del docente (fisicas o mentales) incrementan la resistencia de los niños a la rutina del aula, dado que emergen acciones de dispersión en términos de tiempo y actividad, que chocan con el llamado a retomar las lógicas trabajadas previamente.
2. El docente centra su interés en las expresiones emergentes de niños y niñas, por esa razón hace un monitoreo consciente y secuencial de las actividades, las producciones y los desempeños. Esto le permite ligar lugares de trabajo en el aula, herramientas didácticas, materiales educativos, actividades catapulta y las habilidades idiosincráticas de los niños y niñas. El ejercicio en si mismo amplifica su capacidad de observación en el plano de lo individual, grupal y ambiental.
3. El docente sigue rutas de indagación sobre los intereses de los niños y niñas, sus conocimientos previos, los saberes culturales heredados, la dinámica familiar y el contexto social. Eso le da elementos para valorar las dimensiones humanas de cada niño y niña, a la par que le brinda pistas sobre las pautas a generar para construir relaciones colaborativas con los padres de familia, los acudientes y los acompañantes del aula. Un aspecto adicional es la importancia de la indagación para plantear refuerzos sociales contextualizados que efectivamente potencien el trabajo y participación de los niños atípicos del aula.
5. El docente trabaja sobre cinco reiteraciones constantes: motivar la espontaneidad y curiosidad de niños y niñas acorde con los intereses emergentes; ficcionar, dramatizar y graficar las narraciones que se hacen para acompañar emergencias, aperturas y cierres de trabajo; proponer nuevos retos cuando se hace visible la cualificación de los desempeños; usar las cercanía, el abrazo, la mano y la caricia como inductores de confianza y refuerzo; y reiterar el valor del trabajo grupal como espacio para construir lo común.
6. El docente se descentra constantemente frente a su propio rol generacional sin perder la autoridad y la generosidad como rasgos distintivos. Esto le permite visitar el mundo de los niños en sus distintas dimensiones, especialmente en las acciones que aparentan ser desordenadas, confusas, no secuenciales, amorfas, sin sentido, caprichosas y sin obediencia. Esas visitas son recreadas por las narraciones que son manejadas como puentes comunicantes.
Un abrazo a todas y todos
Las fotografías corresponden a una reseña fotográfica que estamos haciendo sobre los apoyos educativos que tienen las escuelas públicas en la ciudad que habitamos.
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