Los pictogramas han sido mágicos para nosotros, nos acostumbramos a utilizarlos en todo tipo de situaciones y momentos, incluso nos condolíamos cuando por alguna razón olvidábamos en casa el cuaderno de pictogramas y nos encontrabamos con situaciones novedosas para Alejandro, lo que implicaba una emergencia de su emocionalidad desbordada. El hecho de su inflexibilidad implicaba estar muy atentos a explicar en pictogramas lo que podría acontecer en los minutos u horas siguientes. Sigue asombrándonos cómo con unos cuantos garabatos lográbamos comunicarnos con Alejandro reduciendo sus expresiones desbordadas en cualquier escenario y condición.
En casa nos acostumbramos a narrale historias de dos personajes creados por nosotros, Toño y Memo, el uno un muñeco de plastilina y el segundo un muñeco de galleta. Ambos son dos amigos con ansias permanentes de aventura, lo que los lleva a encontrarse en múltiples lugares con personajes y ambientes que pueden ubicarse en el mundo de la hormigas, en los vuelos espaciales, en la asistencia humanitaria, etc.
Con Toño y Memo, Alejandro y Sebastian han recreado diferentes temáticas, situaciones, preguntas y relaciones. Lo más interesante es observar como los niños aportan a la construcción de las historias y cómo hacen aclaraciones sobre narraciones que asumen confusas o poco creíbles desde su perspectiva.
Al empezar con este ejercicio Alejandro seguía pasivamente lo narrado, sin emitir comentario, sin embargo tenía expresiones de emoción ante ciertos fragmentos de la narración que emergía. Con el paso de la imaginación en el tiempo, Alejandro se fue convirtiendo en un interlocutor que solicitaba las aventuras de Toño y Memo, empezó a proponer los inicios de las historias, al igual que ciertos giros dramáticos que le causaban risa e hilaridad.
Los cuentos recientes cuentan con interacciones de Toño y Memo con otros cuentos que el lee, suele asociar algunos juicios de valor por parte de los personajes.
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